Ezer Equipada: Bondad
Un rey bondadoso solo puede ser encontrado en alguien conforme al corazón de Dios, especialmente un rey que fue traicionado y perseguido injustamente. Pero Dios nos enseña por medio de la historia del rey David y Mefiboset, que así es como su bondad funciona.
La bondad actúa sin precedentes, sin necesidad de ser merecida y hasta nos puede tomar por sorpresa. La bondad va más allá de tener una personalidad amigable o de forzarme para ser buena gente. Este fruto del Espíritu fluye de un corazón que ha sido transformado y que ha experimentado por sí mismo la bondad inmerecida de Dios.
El rey David había experimentado el amor de Dios de muchas formas. Dios lo ungió para ser rey de Israel sin él esperarlo, le dio fuerza y valentía para enfrentar a Goliat, lo protegió del rey Saúl y perdonó su pecado con Betsabé. Dios permitió que David fuese muy exitoso como rey, y hasta alcanzó cosas que ningún otro rey pudo hacer, de hecho, se dice que el tiempo de su reinado fue el mejor tiempo para Israel. Pero aún por encima de todo esto en los Salmos podemos ver cómo David se deleitaba en su relación con Dios, lo cuál es la mayor muestra de amor y bondad en su vida.
La bondad que David recibió de Dios es la misma que quiere mostrar en 2 Samuel 9. Se nos cuenta que David mandó a buscar a Mefiboset, un lisiado que vivía escondido. Cuando Mefiboset llega ante el rey, está muy asustado y preocupado; pero para su sorpresa, David lo llamaba para darle tierras, sirvientes y hasta un lugar en su mesa. La Biblia explícitamente dice que “a partir de ese momento Mefiboset comió a la mesa de David como si fuera uno de los hijos del Rey”.
Al profundizar esta historia, pude aprender mucho acerca de la bondad de Dios. Así como David buscó a Mefiboset; Dios también nos busca, nos llama y nos persigue para mostrarnos su bondad. Así como Mefiboset estaba escondido y aislado, muchas veces nosotros también nos escondemos de Él, en lugar de correr a sus brazos. David ofreció bondad porque él había experimentado la bondad de Dios, lo cuál me lleva a cuestionarme: ¿He experimentado la bondad de Dios? ¿Estoy siendo consciente de la bondad de Dios en mi vida?
Esa imágen de un hijo del rey sentado a la mesa, ilustra cómo podemos verdaderamente disfrutar de la bondad de nuestro Dios, a través de una relación de intimidad y cercanía. La mesa simboliza un lugar donde me alimento, me nutro, comparto a diario y donde soy saciada. Entonces, la bondad no solamente se trata de lo bueno que pueda ser Dios conmigo en darme todo lo que quiero o creo necesitar, la bondad se vive día a día en la intimidad de sentarnos a la mesa juntos a disfrutarlo a Él.
Quiero recordarte que Dios ya ha expresado su mayor acto de bondad al entregar a Cristo para rescatarnos de nuestros pecados y para darnos vida eterna. Por medio de la fe en Él podemos disfrutar de una relación cercana, como hijos e hijas. Al igual que Mefiboset no merecíamos este regalo, pero Dios en su bondad nos ha dado un espacio a su mesa. Al haber experimentado la bondad de Dios, ahora somos llamadas a imitar a Cristo y externar esa bondad con los demás, ese es el fruto que su Espíritu produce en nosotras.
Un fuerte abrazo a todas,
Yani García
Leer:
Toma un tiempo para leer la historia completa que encontramos en 2 Samuel 9, cuando el rey David muestra bondad a Mefiboset.
—¿Hay alguien de la familia de Saúl que todavía viva? De ser así, quisiera mostrarle la bondad de Dios.
Ya que hemos recibido la bondad de Dios, podemos mostrarla a otros. Pedro nos anima y recuerda esta verdad en 1 Pedro 2. Toma un tiempo para leer este capítulo.
Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.
Reflexionar:
- ¿Cómo se ve la bondad de Dios hacia mi?
- ¿Cómo se ve la bondad de Dios obrando a través de mi vida?
- ¿Cómo puedo extender la bondad que he recibido?