Números 23:13-24:25

Números 23:13-24:25

Entonces el rey Balac le dijo:

—Ven conmigo a otro lugar. Allí verás otra parte de la nación de Israel, aunque no a todos. ¡Maldice por lo menos a esa parte!

Así que Balac llevó a Balaam a la meseta de Zofim en la cima del monte Pisga. Allí construyó siete altares y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.

Entonces Balaam le dijo al rey:

—Quédate aquí con tus ofrendas quemadas mientras yo voy allá a encontrarme con el Señor.

Entonces el Señor se reunió con Balaam y le dio un mensaje. Le dijo: «Regresa con Balac y dale mi mensaje».

Balaam volvió y encontró al rey de pie junto a sus ofrendas quemadas, con todos los funcionarios de Moab.

—¿Qué dijo el Señor?—preguntó Balac ansiosamente.

Este es el mensaje que Balaam transmitió:

«¡Levántate, Balac, y escucha!
Óyeme, hijo de Zipor.
Dios no es un hombre; por lo tanto, no miente.
Él no es humano; por lo tanto, no cambia de parecer.
¿Acaso alguna vez habló sin actuar?
¿Alguna vez prometió sin cumplir?
Escucha, yo recibí la orden de bendecir;
¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo!
Ninguna desgracia está en su plan para Jacob;
ningún problema espera a Israel.
Pues el Señor su Dios está con ellos;
él ha sido proclamado su rey.
Dios los sacó de Egipto;
para ellos, él es tan fuerte como un buey salvaje.
Ninguna maldición puede tocar a Jacob;
ninguna magia ejerce poder alguno contra Israel.
Pues ahora se dirá de Jacob:
“¡Qué maravillas ha hecho Dios por Israel!”.
Este pueblo se levanta como una leona,
como un majestuoso león que se despierta.
Ellos se niegan a descansar
hasta que hayan devorado su presa,
¡y beben la sangre de los que han matado!».

Entonces Balac le dijo a Balaam:

—Está bien si no los maldices, ¡pero al menos no los bendigas!

Así que Balaam le respondió a Balac:

—¿No te dije que solamente podía hacer lo que el Señor me indicara?

Entonces el rey Balac le dijo a Balaam:

—Ven, te llevaré a un lugar más. Quizá esto agrade a Dios y te permita maldecirlos desde allí.

Así que Balac llevó a Balaam a la cima del monte Peor, con vista a la tierra baldía. Allí Balaam le dijo de nuevo a Balac:

—Constrúyeme siete altares y prepara siete becerros y siete carneros para que yo los sacrifique.

Entonces Balac hizo lo que Balaam le pidió y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.

Finalmente Balaam comprendió que el Señor estaba decidido a bendecir a Israel, así que no recurrió a la adivinación como antes. En cambio, se dio vuelta y miró hacia el desierto donde vio al pueblo de Israel acampado por tribus. Entonces el Espíritu de Dios vino sobre él y le dio el siguiente mensaje:

«Este es el mensaje de Balaam, hijo de Beor,
el mensaje del hombre cuyos ojos ven con claridad,
el mensaje del que oye las palabras de Dios,
del que ve una visión que proviene del Todopoderoso,
y se inclina con los ojos abiertos:
¡Qué hermosas son tus carpas, oh Jacob;
qué bellos son tus hogares, oh Israel!
Se extienden ante mí como arboledas de palmeras,
como jardines por la ribera.
Son como altos árboles plantados por el Señor,
como cedros junto a las aguas.
Agua fluirá de sus cántaros;
su descendencia tendrá toda la que necesite.
Su rey será más grande que Agag;
su reino será exaltado.
Dios los sacó de Egipto;
para ellos, él es tan fuerte como un buey salvaje.
Él devora a las naciones que se le oponen,
quiebra sus huesos en pedazos
y las atraviesa con flechas.
Como un león, Israel se agazapa y se tiende;
como a una leona, ¿quién se atreve a despertarla?
Bendito todo el que te bendice, oh Israel,
y maldito todo el que te maldice».

Entonces el rey Balac se enfureció contra Balaam y en señal de enojo palmeó las manos y gritó:

—¡Yo te llamé para maldecir a mis enemigos! En cambio, los has bendecido tres veces. ¡Fuera de aquí ahora mismo! ¡Vuelve a tu casa! Te prometí una generosa recompensa, pero el Señor te ha impedido que la recibieras.

Balaam le dijo a Balac:

—¿No recuerdas lo que expliqué a tus mensajeros? Dije: “Aunque Balac me diera su palacio repleto de plata y oro, no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del Señor”. ¡Te advertí que únicamente podría decir lo que el Señor me dijera! Ahora me regreso a mi propia gente, pero primero, déjame decirte lo que los israelitas harán a tu pueblo en el futuro.

Balaam dio el siguiente mensaje:

«Este es el mensaje de Balaam, el hijo de Beor,
el mensaje del hombre cuyos ojos ven con claridad,
el mensaje del que oye las palabras de Dios,
del que tiene conocimiento dado por el Altísimo,
del que ve una visión que proviene del Todopoderoso,
y se inclina con los ojos abiertos:
Lo veo a él, pero no aquí ni ahora.
Lo percibo, pero lejos, en un futuro distante.
Una estrella se levantará de Jacob;
un cetro surgirá de Israel.
Aplastará la cabeza del pueblo de Moab,
y partirá el cráneo de la gente de Set.
Tomará posesión de Edom,
y a Seir, su enemigo, lo conquistará,
mientras Israel marcha adelante en triunfo.
Un gobernante se levantará en Jacob
que destruirá a los sobrevivientes de Ar».

Luego Balaam miró hacia el pueblo de Amalec y dio este mensaje:

«Amalec fue la más importante de las naciones,
¡pero su destino es la destrucción!».

Después miró hacia los ceneos y transmitió el siguiente mensaje:

«Su casa está segura;
su nido está entre las rocas.
Pero los ceneos serán destruidos
cuando Asiria los lleve cautivos».

Balaam concluyó sus mensajes con estas palabras:

«¡Ay!, ¿quién puede sobrevivir
a menos que Dios lo disponga?
Naves vendrán de las costas de Chipre;
y oprimirán a Asiria y afligirán a Heber,
pero ellos también serán destruidos por completo».

Entonces Balaam se fue y regresó a su casa; Balac también se fue y tomó su camino.

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