Proverbios 18:2-21

Proverbios 18:2-21

A los necios no les interesa tener entendimiento;
solo quieren expresar sus propias opiniones.

Hacer el mal resulta en la vergüenza,
y la conducta escandalosa trae desprecio.

Las palabras sabias son como aguas profundas;
la sabiduría fluye del sabio como un arroyo burbujeante.

No es correcto absolver al culpable
o negarle la justicia al inocente.

Con sus palabras, los necios se meten continuamente en pleitos;
van en busca de una paliza.

La boca de los necios es su ruina;
quedan atrapados por sus labios.

Los rumores son deliciosos bocaditos
que penetran en lo profundo del corazón.

El perezoso es tan malo
como el que destruye cosas.

El nombre del Señor es una fortaleza firme;
los justos corren a él y quedan a salvo.

Los ricos piensan que su riqueza es una gran defensa;
imaginan que es una muralla alta y segura.

La arrogancia va delante de la destrucción;
la humildad precede al honor.

Precipitarse a responder antes de escuchar los hechos
es a la vez necio y vergonzoso.

El espíritu humano puede soportar un cuerpo enfermo,
¿pero quién podrá sobrellevar un espíritu destrozado?

Las personas inteligentes están siempre dispuestas a aprender;
tienen los oídos abiertos al conocimiento.

Ofrecer un regalo puede abrir puertas;
¡es una vía de acceso a la gente importante!

El primero que habla en la corte parece tener la razón,
hasta que comienza el interrogatorio.

Tirar una moneda[a] puede acabar con la disputa;
resuelve los desacuerdos entre grandes oponentes.

Un amigo ofendido es más difícil de recuperar que una ciudad fortificada.
Las disputas separan a los amigos como un portón cerrado con rejas.

Las palabras sabias satisfacen igual que una buena comida;
las palabras acertadas traen satisfacción.

La lengua puede traer vida o muerte;
los que hablan mucho cosecharán las consecuencias.

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